La jaula de Quétchap


Shitsu prosiguió en su ascenso de la escalera, preguntándose cuándo llegaría al final, y sintiendo que la curiosidad era ya lo único que movía sus agotados músculos. Tras un trayecto envuelto en nubes, el muchacho vislumbró al fin el extremo.
La escalera estaba unida a una pequeña casa, de forma esférica, de cuya chimenea emanaba un vapor blanco que se unía en hipnóticos vaivenes al resto de las nubes. De hecho, todas estas parecían proceder de dicha chimenea, y envolvían a la estrafalaria vivienda, la cual parecía flotar de forma eterea, sostenida entre algodones.

Shitsu subió hasta el final de la escalera, que se intruducía en la casa a través de un hueco en la pared de la misma. Asombrado, el muchacho descubrió que el habitáculo en que se encontraba constaba de paredes cuadradas, con vértices y esquinas, en contraposición a las redondeadas formas que la vivienda presentaba en el exterior. Y, ante su sorpresa, se encontró con un suelo completamente vacío, sin ningún tipo de mobiliario, ni siquiera una triste alfombra. Aquello daba la impresión de que hacía tiempo que nadie habitaba aquella extraña casa....

-¡Pareces sorprendido!

Shitsu se sobresaltó, e intentó localizar la fuente de la voz.

-¿Por qué no pruebas a mirar más allá de tus narices? ¡Sí, aquí!

Lo que Shitsu vió al dirigir su mirada hacia arriba, lugar de donde provenían los improperios, lo dejó sin habla. El propietario de la voz era un hombre viejo, el cual se hallaba situado bocabajo, con los pies en el techo. A su alrededor se encontraba todo el mobiliario que Shitsu había echado de menos en el suelo; una mesa ocupada por infinidad de extraños artilugios, una cama, armarios, un caldero situado en la chimenea... todos colocados del revés. Sin caerse, todos los objetos permanecían pegados al techo, como si de media habitación para arriba el mundo se hubiera invertido. Shitsu pensó que lo único que respetaba las leyes de la gravedad en esa casa eran él y la larga melena blanca del viejo, así como su barba, que caían hacia abajo, dándole al anciano un aspecto de lo más estrafalario. Por otra parte, tanto los pliegues de su túnica azulada, como los pequeños anteojos que sostenía sobre una aguileña nariz, permanecían en su sitio, impasibles al hecho de estar situados a la inversa.

-¿Quién demonios eres tú, muchachito?-inquirió el viejo.

- ¿Qué hace usted del revés?-preguntó a su vez Shitsu, ya que esto era lo único que se le venía a la cabeza en esos instantes.

-Mmm... que mala educación, responder a una pregunta con otra pregunta... Sin embargo, te contestaré a eso. No soy yo el que está del revés, sino tú.

- ¿Cómo? ¡Pero si eres tú el que esta bocabajo!

-¿Y qué tiene eso de malo? ¡Tú, sin embargo, estás bocarriba!

- ¡Claro que si! ¡Como el resto del mundo! ¡Usted es el único que está bocabajo! ¡Por eso digo que está al revés!

-¡Qué demonios! ¡Para mi, todos vosotros estáis al revés! Ese es mi punto de vista, y nadie hasta ahora ha conseguido cuestionármelo. Pero puedes intentarlo si quieres. ¡Demuéstrame razonadamente que tú no estás tan al revés como yo!

Shitsu comenzó a pensar que se había cruzado con un chiflado. Al principio, el chico se planteó el reto que el viejo le sugería como la búsqueda de las palabras más adecuadas para explicar algo evidente, y no como un verdadero ejercicio de razonamiento.
Sin embargo, poco a poco, fue descubriendo que las ideas que se le venían a la cabeza para poder demostrarle al anciano su tesis carecían de peso. Todos eran cuestionables según el punto de vista de cada persona.

-¡Ajá! Veo que, como todos antes que tú, eres incapaz de encontrar ningún razonamiento coherente para apoyar tus atrevidas afirmaciones- increpó el viejo a Shitsu al ver cómo este vacilaba sin acertar a decir nada-. Pero tranquilo, no te guardó rencor. Aún así, te aseguro que si algún día alguien consigue demostrarme que en realidad estoy en una posición incorrecta, dejaré de vivir bocabajo en ese mismo instante. Pero creo sinceramente que me quedaré así por mucho tiempo, quizás hasta que me muera...aunque queda una eternidad para eso, créeme. ¡Y no me mires con esa sonrisa condescendiente! ¡No todo es lo que parece, ni todo el oro reluce, muchacho! ¡Tengo esta apariencia que ves desde hace más de mil años, y todavía me quedan muchos por vivir!

Es cierto que Shitsu no había podido evitar sonreírse ante lo que parecía la delirante afirmación de un viejo al que le quedan menos de diez años de vida, pero su sonrisa desapareció.

-Discúlpeme, ....

-Kurúkurin. Me llamo Kurúkurin. Y tú te llamas Shitsu, por supuesto.

-¿Cómo lo sabe?-inquirió Shitsu sin salir de su sorpresa.

-Es fácil adivinar el nombre de la gente si les miras a los ojos- respondió Kurúkurin con naturalidad-. ¿Quieres una taza de té?- dijo, ofreciéndole una al chico. Shitsu sonrió para sus adentros al ver el modo que tenía el viejo de coger la taza para que no se le vertiera el líquido, y denegó el ofrecimiento con educación, escrutando con curiosidad el mobiliario del cuarto, reunido en el techo en su mayoría.

-¿Para qué eso eso?- preguntó a Kurúkurin, a la vez que señalaba a una enorme jaula, situada al lado de una de las ventanas, y completamente vacía.

-¡Oh! Es mi león, Quétchap.

-¿Su león? ¿Pero no debería estar encerrado en la jaula?

-¡Y encerrado está!

-Pero, si eso es una jaula... ¡el león debería estar dentro!

-¡Demonio de chico! ¿Acaso no has aprendido antes que términos como arriba y abajo, o dentro y fuera, son muy relativos? ¡Deberías abrir más tu mente y dejar de hacer afirmaciones tan jactanciosas! Piénsalo bien. ¿Qué es una jaula?

-Una jaula... bueno... está compuesta de barrotes, que delimitan un espacio del que no se puede salir.

-¡Exacto!-exclamó el viejo, mientras se asomaba a la ventana, contemplando como el sol comenzaba a despuntar en el horizonte tiñendo con cálidos colores el mar de nubes que envolvía la casa-. ¡Y te aseguro que mi jaula está perfectamente construida! ¡Quétchap jamás podrá escapar de ella! Pero en realidad, tampoco creo que quiera. La construí de modo que el espacio que delimitaran los barrotes fuera suficientemente grande para que corriera con libertad- dijo Kurúkurin, mientras con un amplio movimiento de su brazo mostraba el mundo que se divisaba a lo lejos, desde la altura a la que se encontraban.- Nunca me gustó la idea de que Quétchap se sintiera encerrado, aunque sin duda lo está, y tengo mucho cuidado de no dejarme la puerta abierta.

Efectivamente, Shitsu comprobó que la puerta de la jaula se hallaba perfectamente cerrada, asegurada por un enorme candado.

-...Por supuesto, no me gustaría que Quétchap se escapara, lo pasaría mal ahí fuera...- prosiguió Kurúkurin, señalando el interior de la jaula, y hablando ya más para si mismo que para el muchacho.

-Sin embargo...-dijo Shitsu- yo una vez crié un pájaro, y también lo tuve encerrado en una jaula, pero dent...bueno, ahí- añadió, apuntando al interior de la misma.

-Ése es tu sistema. Sin embargo, supongo que tu pájaro tendría menos sitio para volar que mi león.

Shitsu dejó para otro momento el preguntarle al anciano sobre la capacidad voladora de su león, pues se le había planteado otra cuestión, y no quería que se le olvidase.

-Pero entonces...en su jaula no solo está encerrado su león...sino también todo el resto del mundo. Podría decirse que todo el planeta le pertenece, pues está metido en su jaula.

-¿Y a mí qué me importa el resto del mundo que haya encerrado en mi jaula? Probablemente, la jaula en la que tú encerraste a tu pájaro contenía también bichitos ocultos entre sus plumas, y organismos tan pequeños que se hacen invisibles flotando por el aire. Pero tú nunca les diste importancia, ¿a que no?

-Mmm... pues no.

-Lo mismo me pasa a mi con el león y el resto de gente. Además, si digo mi león, me refiero a que es el león al que yo quiero y por el que me preocupo, pero no significa que sea de mi propiedad. Jamás me atrevería a afirmar que poseo a nadie, y menos al mundo entero, aunque eso esté dentro de mis posibilidades, como tú mismo has dicho. Sin embargo, si que hay gente que lo hace. Deberías tener cuidado con esas personas, y mucho más cuidado con no convertirte tú en una de ellas. La propiedad, así como arriba y abajo, o dentro y fuera, es un término muy relativo...

-Entiendo...-musitó Shitsu, sumido en un mar de reflexiones, y comenzando a pensar que se había cruzado con un genio....

...Be yourself...