Paranoia

Luces negras
Lluvia metafísica resbalando por la ventana
Acordes inaudibles
En la oscuridad del cuarto, un ojo abierto

...


El hombre dirigió una mirada rápida y furtiva a su reloj. Quizá alguien con un modo distinto de ver el mundo hubiera apreciado que las manecillas parecían esbozar una sonrisa sarcástica.
Llegaba tarde. No podía permitirse un retraso. Apretó el paso, deslizándose entre una maraña de individuos pertenecientes a una colonia de la que él también formaba parte...

Sumido en una riada de exlamaciones, ruidos de claxon, politonos de melodías que perdieron su esencia y trajes de corbata.
Atrapado en una manifestación de su propio caos interno.
Ahogado bajo una nube de gas.
Destindado a no creer en el destino.

El hombre apretó el paso, sumergiendose en sí mismo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

...Matar a alquien que piensa así no sería un acto humano, seguramente tendríamos que dejarle el trabajo a un rayo o algo más simbólico.
Porque no merece la pena morir en el intento, y si el intento es la vida, ¿qué sentido tiene morir? Seguro que la muerte llega cuando ya has fracasado o cuando no te queda nada mejor para superarte.

Y sumirse en una rutina no es tan malo, porque puede dejar de ser rutina en cuanto dejes de pensarlo...así que no dejes al destino que se apropie de la rutina, o a la rutina que se apropie del destino. Si no crees en el destino, es porque estás seguro de que tú mismo te lo marcas, eso está bien. Eres dueño de algo inmaterial, pero ser dueño de una vida...es ser dueño de un intento. ¿No crees que eso sí que merece la pena?

*Soy María xD